¿Porqué contrastar?

Los metales preciosos utilizados en la fabricación de objetos de joyería rara vez se usan en su forma más pura, generalmente se alean con otros metales para mejorar sus características físicas como maleabilidad, dureza, resistencia, color, etc.. debido a esta mezcla o aleación de metales, se hace imposible detectar el contenido de metal precioso (Oro, Plata o Platino) de un artículo a simple vista o al tacto. Es por ello que existe un requisito legal para que un Laboratorio de Contraste analice y verifique el contenido de metal precioso de los objetos de joyería.

Incluso el joyero, artesano o químico más experimentado no puede saber cuánto metal precioso hay en una aleación con solo mirarla, ni si una gruesa capa de oro cubre el interior de un metal base. Debido al alto precio de los metales preciosos, esto ofrece una gran oportunidad de fraude y, por lo tanto, siempre ha existido la necesidad de proteger al público y a los comerciantes honestos de aquellos que se ven tentados a engañarlos.
Por lo tanto, todos los artículos que se venden como oro, plata, platino en España y en el resto de la Unión Europea deben llevar un sello de contraste para confirmar que cumplen con los estándares legales. Estos análisis los realizan empresas independientes denominadas laboratorios de contraste, las piezas de joyería deben enviarse a alguno de los laboratorios autorizados para realizar dicho control de la mercancía, previamente

Debido al alto valor del oro, platino y plata, se pueden obtener importantes beneficios reduciendo el contenido de metales preciosos de una aleación en la etapa de fabricación. Los artículos de metal común chapados con una fina capa de oro o plata tienen el mismo aspecto que los artículos hechos completamente de metal precioso, al menos hasta que se desgasta el chapado, incluso un experto no puede determinar a simple vista si un artículo es chapado o fabricado completamente de metal precioso.
Además con la fabricación en serie de artículos, se pueden obtener enormes beneficios incluso con una pequeña reducción en la cantidad de metal precioso utilizado. Sin pruebas independientes obligatorias, existe un gran potencial de engaño y fraude.

El contraste obligatorio protege a todas las partes; al público que recibe una garantía de calidad de las piezas que ha comprado, al fabricante que implanta el contraste en su sistema de calidad, garantizando su producción y protegiéndolo contra competidores deshonestos que puedan fabricar a un costo muy bajo, y al minorista que evita la tarea casi imposible de verificar todos sus productos.

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